Lo sé. Necesidad obliga, el globo ya voló demasiado alto.
Nunca pensé que podría aprender a remontar globos. Tan grandes, plenos, ovalados, con su canastita. Como traídos de otra época. Lo que más me gustó de los globos es que no son para hacer ejercicio. No son para entrenar. Son solo para volar, para flotar, y para ir mirando. No tenemos que pensar en nada más. A menos que el fuego se vaya apagando, y sea el momento de bajar.
A eso me refería con necesidad obliga. No se puede vivir volando.
Pero pese a que su esencia me encanta, quisiera conservarla, haciendo que pudiesen volar por más tiempo. Me imagino los campos, el cielo, los pocos pájaros que lleguen tan, tan alto, y yo.
Por horas sin bajar, porque todavía, simplemente, no quiero. Y puedo ir leyendo, puedo ir pensando, puedo volar en un dos por uno, también con esta cabecita. Y así seguir y seguir, viendo solo verde y celeste, tan armoniosos, combinados, por un largo rato más.
Ya lo sé, ya lo sé, nunca volé en globo. Lo estoy inventando todo. Si lo hubiera hecho, podría describir cada milimésima de segundo, acerca de cada imagen captada. Pero no, lo sé, no es lo mejor que pude haber hecho. Sino, en este momento, no estaría sufriendo un poco, con el retumbe de que ¨lo sé¨, pero no puedo hacer nada. Salvo hacer de cuenta que cambió el tema, y también el humor, ¡y darle una perspectiva completamente diferente a todo esto!
¿Te quedaste pensando, eh? ¡De una punta del precipicio, de repente, te saltaste a la otra! Nada mal, teniendo en cuenta la diseminación del virus de moda, la famosa alergia viral al salto.