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jueves, 24 de julio de 2008

Los despertares de Hilaria

Nos predisponemos todos los días a algo. Nos predisponemos a realizar las mismas acciones, o al menos similares. De una manera u otra, sabemos con qué podemos encontrarnos. De hecho, desde el momento en que abrimos los ojos.
Sería una gran mentira, de un verdadero mentiroso, decir que somos una libertad implacable, que vivimos plenamente….decir que quien no lo logra es un obtuso, alguien que no sabe disfrutar.
¿Que acaso a tantos les gusta fingir lo que en realidad no son?

Hilaria cree que no, todos nos despertamos, todos somos, más tarde o más temprano, arrancados de nuestros sueños. Puede ser un sonido violento, puede ser un rayo de sol, también violento, puede ser un sonido, que nos parece extremadamente fuerte para ese momento.
Cualquier cosa que nos arranca del sueño, en el preciso momento en que sucedió, es fuerte. ¿Quizás sea demasiado violento, decir que es violento?

Hilaria hila su destino. El camino que nunca se termina, porque Hilaria dice que la vida es demasiado larga.
Camina, todo el tiempo está en movimiento. Eso no quiere decir que no pueda quedarse quieta. Su caminar solo es diferente. Se mueve, hacia un lado y hacia el otro, aunque pueda estar sentada, simplemente, pensando, en todas esas cosas que le pasan y no sabe cómo van a seguir.
Hilaria pasa mucho tiempo pensando en todos sus sueños. Le gustaría recordarlos, para poder también pensar en ellos, y por sobre todo, para saber cómo son. Sueña, quizás todo el tiempo, pero no es capaz de recordar sus propios sueños. Le gustaría inventar una máquina que pueda grabar absolutamente todos sus sueños. Sería una verdadera locura, pero ya no le tiene miedo a eso. Acaso, ¿quién no está un poco loco?

Por eso pienso, es tan sabia Hilaria.
Hilaria, experta en abrir puertas, soñadas, materializadas, da lo mismo, pero nunca las propias. ¿A esto se le llamaba paradoja?

Aunque no todo da lo mismo, esto sí. Por ejemplo…nuestra voz.
Nos escuchamos a nosotros mismos, y nos reconocemos, nos acostumbramos
¿que sería, si de un día para el otro, nos escuchamos con otra voz, completamente diferente?
Sin embargo, escuchamos nuestra voz, grabada, y simplemente, parece ser otra persona.

A Hilaria le pasa lo mismo….cuando yo hablo de ella, simplemente no se reconoce.
Pero nos conocemos tanto…que no podría mentir acerca de ella…le leo el pensamiento, como una puerta, esta vez sí, abierta.

Abriendo el segundo ojo…es el momento. Todo lo anterior, por mucho que parezca, solo pasó mientras Hilaria abría el primer ojo. Somos todos un gran mundo, ¿no?

Se levanta entonces, con todos los pensamientos que le enriendan un poco más el pelo. Son como los anillos de Saturno, alredor de su cabeza, pero girando más rápido que la velocidad de la luz.
Sin muchos más preparativos, porque ya todos conocemos lo que hace alguien apenas se levanta (acciones más, acciones menos, tenemos pasos obligados) se enfrenta Hilaria con su nuevo día.
Entonces camina, como todas las mañanas. A veces gira para un lado, otro día gira hacia otros. Lo importante es no caminar siempre en la misma dirección.

Hilaria cree que su camino nunca termina, que podría seguir hilando toda la mañana, la tarde, la noche, dormir, soñar, y volver a caminar, recorriendo siempre infinitos lugares.
Sigue pensando que la vida es demasiado larga. Y yo digo lo que ella piensa, pero no dice, que todo esto lo piensa porque no quiere esperar el final, que siempre aparece demasiado pronto. Cuando apenas estábamos vislumbrando ese rayo de sol, que era totalmente diferente al anterior, y solo ella puede verlo.

Hasta cuándo Hilaria, hasta cuándo…¿hasta cuándo vas a seguir hilando, saquitos calados por los que pasa el viento?