¿Qué más hay que perder entonces?
Mejor, tanto mejor, sería recuperar. Y lo primero que debería recuperar, es la voluntad que tuve en algún momento. Hurgando a más no poder, me lastimo las uñas, y encuentro solo pensamientos astillados. Los rompí yo con mis propias manos, en la desesperación por encontrarlos.
No puedo siquiera hilar algo que me convenza. Hoy no me importa, hoy me dejo caer, hasta el fondo, y me hago daño, hasta llegar al hueso. Un eco sin voluntad, no encuentro ahora otra manera de expresarlo, y no puedo decir siquiera un vegetal.
Un vegetal, de cualquier tipo, es muy respetable. Un vegetal tiene una increíble fortaleza, crece, se alimenta, procura sobrevivir, procura reproducirse. No creo poder compararme con un vegetal. Ellos no pierden su tiempo. Siempre que pueden, crecen, aprovechan el agua, la tierra, lo que sea que tengan a su alrededor. En cambio, yo creo que desaprovecho todo. Naturaleza confusa, demasiado para mi limitada capacidad, tanto que quisiera intercambiarla por la de un vegetal. Tengo la seguridad que siempre procuran llegar a algo, lo que sea que su naturaleza le dictamine. Y si pueden llegan, y quizás hasta lo superen. Un vegetal es fuerte, trata de sobrevivir, invirtiendo toda su energía en ello.
En cambio yo no sé a lo que quiero llegar. Demasiada debilidad, demasiada inseguridad, demasiada susceptibilidad, para aceptar que no soy nada de todo lo que creo. ¿Soy un eco de lo que fui, de lo que podría ser? Qué se yo. Puro pensamiento estúpido, poca acción, demasiado recuerdo, demasiado sueño, que incluso me desagradan bastante. No conozco ningún desierto, pero vivo en uno. En qué mierda me convertí. Supongo que en un ser inconcluso, inclusive ante mi propia mirada. Me dejo caer, porque no tengo ganas de algo tan básico, como levantarme. Y cómo no voy a sentirlo, si al pisar solo siento arena, pero nunca llego al agua. Llenando vacíos, con más vacío. No es el mejor día para levantar nada, ni siquiera un pensamiento, pero nada mejor que quede un registro.
Frase recurrente y estúpida: la esperanza es lo último que se pierde. Si fura así, tantas cosas más sucederían, motivadas por la esperanza. Estúpida, espero milagros, porque ni yo puedo creer en eso.
Veo el objeto a mi alcance, pero estiro la mano y nunca lo alcanzo.
¿En algún momento tendré que perdonarme tanta tristeza? La venía aplacando, ignorando, creyendo que había algo más. Hasta que de repente, un sopapo de realidad, uno más, me devuelve.
Mientras tanto, quisiera descomponerme en mil o más pedazos, flotar como partícula, y por sobre todo, dejar de verme, de pensar.
A mi alrededor, demasiado daño, demasiada locura, y tanto egoísmo. No quiero este hielo. Sobre el hielo no puede crecer un vegetal. Aunque sea de milagro, me gustaría llegar a algo más. No entiendo en que me convertí, como rompí tantos pensamientos, en mi reino de suciedad.
Suplico un milagro.