Lo miro desde la arcada,
lo miro sentendenciando su antojo de una nueva invitada.
Lo miro magnetizándome de a poco.
Lo miro tan de cerca
y permanezco debajo de sus puentes
Me animo a dar ese desesperante primer paso,
no me animo a levantar la mirada.
Pero la levanto
y la imagen reflejada se vuelve átomos
se transforma
infinita
incomprensible
una y mil veces reflejada
para siempre de un modo diferente.
Ya fui inmóvil
pura cera
aunque siempre viva
observo
aclimato la mirada
sin ninguna respuesta a cambio.
Todavía sabiendo
que sí
que en algún momento
tengo que dar otro, recién el segundo, paso.
En algún momento
habré de hacerlo
mirándome en alguno y cada uno de esos millones de espejos.