Se me ocurrió algo, y no es la película de Mel Gibson.
Se me ocurre que puede haber señales que estamos ignorando sin darnos cuenta.
Puede haber todo el tiempo de estas señales, solo que no sabemos interpretarlas,
por eso las podemos llegar a ignorar como si no existieran.
En medio de la locura, de mi locura, se me ocurrió que si los números del colectivo de un simple boleto en el que no prestamos mayor importancia, se transforma en una letra, eso tiene un mensaje para darnos, que solo habrá que compaginar como una sopa de letras.
Por ejemplo, el dos, es la b. No cuentan la CH y la doble LL.
A falta de cualquier señal, yo quiero saber que tienen para decirme los boletos de mis colectivos.
Llevado a la práctica, empiezan los problemas: 01 / 27 / 10.
A / tomo el 2 o tomo el 27, o tomo el 2 más el 7?, o tomo ambos? / es un 1 o un 0, es una A o una J?
Primer problema. Y grande.
Resolución, cualquiera de todas esas opciones es válida. La señal dura incluso menos de lo que me hubiera esperado. ¿Qué sé yo cuál de las opciones tomar? Si es sólo una señal. La que elija, vá a ser porque me conviene. Porque una me está diciendo más que la otra. Pero si acomodo la señal a mi antojo de interpretación, deja de ser una señal
Tan práctica, tan pensante, en mi vida la señal no puede dejar lugar a dudas.
Entonces se me fue el argumento por el tacho.
Si hay señales, no estoy en el buen camino para interpretarlas.
Las estrellas ya no me hablan.
Las señales ya no me significan, perdí la capacidad de oírlas.
No me gustan los médicos, pero si alguien conoce un médico que pueda curar este dolor de ausencia de señal, voy.