Hoy significa demasiado.
Es, y todavía sigue siendo, porque todavía no termina, no quiero que termine. Aunque pareciera que pasó tanto tiempo ya, y aún sigue pasando, un torbellino envolvente, pero lento y caótico, por delante de mío.
¿Cuándo va a terminarse este día tan perturbador, obsesivo, nuevo, autodidacta y malditamente largo?
No lo borraría, porque es demasiado fuerte. No es uno de esos días que no significan absolutamente nada, esos días en los que no hay ninguna sorpresa, esos días en los que flotamos en nuestra propia atmósfera enviciada de nuestra respiración.
Un relámpago mudo, totalmente fugaz, irrepetible, se acaba de grabar a través del vidrio, solo en la mitad de mi ojo izquierdo. El cielo se derrumba adelanto mío, y yo lo miro con solo con la mitad de mi ojo izquierdo. El resto me lo imagino. Es parte de mi karma.
Hoy, todavía, me acuerdo lo que acaba de pasar. Dentro de varios días, pasará al pasado, como una parte más del mágico fichero cerebral. Quizás algún día vuelva.
Es uno de esos días que vamos revivir, seguramente como un deja vú, como la misma flor pero en otro jardín, aunque cuando vuelve no nos acordamos ni cómo o cuándo pudo haber sido.
Da igual, no fue olvidado.
La violencia de este día me atraviesa, sobre todo porque nunca más volverá a ser la misma, ni aún en el recuerdo.
¡¡¡La insoportable levedad del ser!!!
Mejor me pierdo, me pierdo, dejame que me hunda.
Pero en algún momento, te ruego, vení a buscarme, que ya quiero que se termine el día.
¨Cada día es absurdo, como un pozo al caer, cada día me rindo, pensando que la muerte es un regreso, en este mundo demente¨.
Creo que prefiero vivir momentos fuertes, irrepetibles, antes que vivir desgarrándome a causa del constante recuerdo, de solo uno de todos ellos.