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jueves, 23 de julio de 2009

Geografía de domingo a la noche


O al menos, cuando no alumbra el sol.

Caminata dominguera, paso muy pausado. Lo máximo que me permite mi forma de ser, en comparación con mi ritmo habitual.
Más tiempo para detenerse en el detalle, por más que no sea un detalle.
Dos sucesos juntos. El primero, un taxista, un gran taxista. Sé que no puedo juzgar todo su ser sólo por una actitud que aprecié un domingo a la noche. Quizás, solo tuvo un buen día.
Ojalá lo vuelva a ver, y persista con la misma actitud que este domingo. Me permitiría creer un poquito más en algo.
Cuestión que el taxista, ya de noche, tuvo ganas de lavar su auto. Evidentemente, en su casa no tenía lugar. Y tuvo que hacerlo en la calle. Y, evidentemente, quiso hacer de esa tarea, algo divertido, olvidándose del significado  ¨volumen¨ u ¨ondas expansivas del sonido¨.
Olvidándose también de la opinión de Doña Rosa, al ver a un hombrazo escuchando música romántica a todo volumen, no de fondo sino, completamente, en primer plano.

A él no le importaba nada.
Y a mí me encanta la gente con esa actitud.

Segundo suceso: levanto la vista y dos sombras atraviesan mi campo visual, en una carrera oscura sobre el asfalto. Sólo de arriba podía proyectarse esa sombra.
Dos ratas gigantes se paseaban como mágicas equilibristas sin cuidado por los cables de la luz, de teléfono, o de lo que sea. Alegres y rápidas, reflejando su cola como una estela fugaz.
Y pensé: también me gusta esa actitud, y haber sido la única, en ese momento, que reparó en eso.

Menos mal que iba despacito....

La yapa: una pila de ramas cortadas, tiradas en una esquina, con las puntas llenas de brotes.
¿Porqué hicieron eso? No siempre hay tiempo de preguntarlo, o de llegar a una respuesta.
Arranqué una punta, la alcé como un trofeo, cual antorcha que me va iluminando: llevaba como trofeo ni más ni menos que un brote de vida, por más que haya sido arrancado de su lugar.
Caminé hasta llegar a un cantero con tierra y espacio, la hundí con todas mis esperanzas, y le desee la mayor de las suertes, el domingo es buen día para empezar de nuevo.