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domingo, 29 de junio de 2008

Cuánta magia


Flautines, Serafín, Merlín hace magia, los paisajes desolados, la sequedad en la boca, surfeando encima de una roca. Acción.

Aunque las rocas se hunden.
Mucho más con un ancla atada al dedo gordo del pie.

Toda una toma, plagada de dulzura luminosa, alumbradísima, como se vería todo una hora después del amanecer, en la playa. Tanta luz, tanto para ver, que no sabía lo que estaba buscando. Giraba la cabeza, completamente, sin tener que mover el cuerpo. Qué bueno haber sido siempre tan flexible.

No solo es ser flexible, sino también acostumbrarse a serlo. Una unidad inestable, que todo lo que necesita es tiempo. Hay que acostumbrarse, a querer algo y no obtenerlo.

Listo, desarmamos la escena, bajen las luces, con el sol alcanza.
Descansen, ya tenemos lo que necesitábamos.

Una figura sobre una piedra en el mar, girando la cabeza circularmente hasta volver al mismo punto en el que empezó a girar. Pero con un ancla atada al dedo gordo del pie. La mira dulcemente, porque sabe que igual no puede hundirse.

Estoy fuera de la escena, que acaba de terminar, así que ahora podría sentarme, y descanar. O caminar.
Aprovechar este momento, estar en la playa, vacía, apenas amanece, y un paisaje desolado es todo lo que está en el camino. Creo ver una seguidilla de mil paisajes, ya no me acuerdo. De acá para atrás, todos los paisajes que ví, nunca podría recordarlos de la misma manera que cuando los ví…una lástima…cuánta magia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

qué relato misterioso...