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miércoles, 11 de junio de 2008

Me mirás desde tu extremo

Vos me mirás desde tu extremo, bordeando al constante verano, pero al fin y al cabo, difícil acostumbrarse, creo que estamos caminando un camino juntas, en la senda de tu negrura, y mis ganas de seguirte.

De repente te vas, porque me parece que no te importa demasiado lo que haga, o sí, pero ¡eso me encanta de vos! ¡¡¡Tu histeriqueo pero inconfundible transmisión de magia!!!

El ordenador, el ordenador, basta de pensar en el ordenador! Y sí, al fin y al cabo, me resulta, me cabe, me siento, me permite, siempre en algún sentido me permite, ¿¿porqué sólo verle el lado negativo??
Si con él finalmente me encuentro fluyendo como no lo logro con la escritura de mi amada zurda. Si, yo amo a mi zurda. No sé cuántas cosas amo de mí, pero la zurda es una de ellas. ¡Es bueno reconocerse una cualidad amada de vez en cuando!. Y de tanto pensar en mí, el ordenador, me frenó, ¡bajo la música de los duendes!

Me dá vergüenza…brillando pequeño duende travieso, que me llevás a caminar por el caminito lleno de orquídeas y de todo tipo de plantas, bajo tus trompetas tan afinadas…

- ¿¿A dónde querés llevarme?? ¡¡Pero si recién nos conocemos!!
- Dejate llevar, no tengas miedo, ¿¿qué te puede hacer un inofensivo duendecito?? ¿Te pusiste a pensar seriamente en eso? Siempre podés salir corriendo, no voy a perseguirte. Solo te alcancé porque vos quisiste…sabés perfectamente que te estoy siguiendo, pero me dejás estar ahí, bajo tu propia sensación de culpa…

Huía, no le alcanzaba la fuerza de sus piernas, se sentía el gran personaje de un libro, en el medio del desierto, bajo todo el polvo, liberándose. El sol que le cuajaba la piel, pero no sentía, porque iba iba iba iba, cual autómota que se desplaza por una orden…¿¿por cuánto tiempo más iba a poder alejarse??

- Cuando algo viene desde tan profundo, no hay donde correr… y sí, acá estoy de nuevo, porque me llamaste…vas a ver cuándo nos acostumbremos, vamos a dejar de ser felices…el acostumbramiento hace que te pasen cosas raras, por eso tenés que tener cuidado…¡¡ser más precavido! No soy la voz de tu conciencia, ¡¡sino solo su duende!!!

- Bueno, está bien, dame la mano, y volvamos, que al final, de tanto dar vueltas, se hace tarde…(si en este momento pudiera, dibujaría la figura de un corazón, en su total y absoluta simpleza…).
Vos me mirás desde tu extremo…y te vas alejando, cuando pensé que estábamos más cerca que nunca.

1 comentario:

Anónimo dijo...

qué te está pasando con los duendes? están lindos tus relatos!