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lunes, 20 de septiembre de 2010

Mi cardumen


Muy pancha, seguía tras de mi cardumen.
No había otra opción. Cardumen de personas cruzando Avenida Libertador, en dirección a Retiro. Todos corriendo, empujando, esquivándome como si portara un virus mortal. O chocándome como si, directamente, fuera invisible. Por supuesto, tampoco pedían permiso.
Un cardumen desesperado por llegar 30 segundos antes, donde sea.
Era seguirlos, o morir aplastada (cuestión de lógica).
Como parte de la especie que soy los seguía pero, igualmente, me sentía un poco fuera de órbita. Y por momentos dudaba que fuéramos de la misma especie.

Hasta que el claro llegó. Era el oasis en el medio del desierto.
Por fin me pude quedar quieta, pude decidir no seguir ese ritmo que me tenía embelesada en su ansiedad voraz de constante avance.

Caí en la cuenta que no tenía que llegar, 30 segundos antes, a ningún lado. Me arranqué la escama que tenía pegada al hombro y me apoyé sobre la primer columna. Y bien de espaldas a los horarios.
Las pantallas gigantes con letras verdes seguirían marcando la hora. Un segundo se seguiría apilando sobre otro. ¡Fuera Satán! No te metas con este momento, le dije, totalmente desorbitada.
Mi plan era evadir la tentación, simplemente, dándole la espalda. Era una solución temporal, pero solución al fin.

La Torre de los Ingleses se me hace hermosa. Tuve varios sueños dentro de esa torre. Hasta que el encuadre se me amplió mucho más allá de la torre. Todo lo que necesitaba ver estaba delante. Palomas, infinidad de palomas, también como un cardumen, formando círculos vertiginosos. Era un espectáculo de la más pura belleza. Ganaban fuerza en cada nueva vuelta. Se recortaban sobre el azul del cielo, ahora todo cubierto de puntos negros, y formando círculos perfectos.
Me momifiqué frente ese espectáculo, ausente de mi tiempo y de mi galaxia.

Como si nada, me di vuelta. De a poco y bien disimulada (no me gusta llamar la atención) me incorporé de nuevo a mi cardumen.
Directo al próximo tren, pero con ese momento de gozo dibujado en una enorme sonrisa.

1 comentario:

niklaüss dijo...

Excelente! Muy bueno, parece una crónica de algún relato policial de Poe