Un tren pasa por las vías, chocan los hierros de las ruedas contra los rieles electrificados:
catakjjj, catakjjj, catakjjjj.....
Y si es un tren de carga, ese sonido puede dominarlo todo, unos diez minutos (que no son nada).
Y si me concentro sólo en ese sonido, en ver cuándo se produce el choque y el ruido, es como si un isopo de metal me perforara el oído en cada estallido. Y me gusta.
Vivir cerca de las vías de un tren. Escuchar sus bocinas muchas, muchas veces por día.
Guaa, guaa guaaa, guaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa......
Cada vez que un tren pasa por la estación, una manada de palomas cubre el cielo volando en círculos.
Cada vez que pasa un tren por la estación, se levantan a bailar millones de microbios, gérmenes citadinos y hojas secas.
Cada vez que pasa un tren por la estación su vibración me alcanza hasta bullirme la sangre.
Cada vez que pasa un tren por la estación me saltica la razón y siento cosquillas en la planta de los pies.
Cada vez que pasa un tren por la estación, se me alegra el corazón.
Sí, cada vez.....
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