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martes, 17 de junio de 2008

Un sueño como cualquiera

Solo quiere estar en algún lado….y en ese lugar, quiere volver a estar…
No es nada de lo que le pasa ahora, no es nada de lo que pueda llegar a pasar, porque en la nítida realidad, todo puede estar totalmente desconexo. Pero, un sueño realizado, es más que cualquiera realidad.

La más fácil de las instrucciones: cerrar los ojos, y todo vuelve a ser tan vívido y palpable, como alguien pueda recordarlo.

De a poco está llegando…un lago calmo, en cualquier atardecer.

Todos y nada alrededor al mismo tiempo, nadie, esperando que pase algo, hasta que pasa.

Se sumerge en las aguas tranquilas, la estaban esperando, para navegar con su cuerpo, dejarse llevar por esa corriente, sin poderlo controlar. Se arrastra, le da miedo, pero quiere seguir, a ver hasta donde puede llegar.

Parece que fuera casi de noche, pero todavía, ese único rayo de sol que sigue vivo, le refleja lo suficiente la cara, sensación de placer, irreproducible.
No puede evitar seguir esa hermosa corriente, donde todo lo que pueda pasar queda en el olvido, porque no tiene nada más que recordar, al menos en ese momento.
Nada que lo interrumpa, nada que pueda arrancarla, ni de tallo, ni de raíz, de su psicodelia infalible, donde la mente ve solo manchas amarillas, degradadas.

Todo el pasado, todo lo que le haya pasado, queda bajo la nada, y el futuro puede manejarlo, como está pasando el agua alrededor de cada parte de su cuerpo. No se pregunta, ni se responde: dónde está su cuerpo, donde está su pensamiento, lo que sea que la hace avanzar como una pluma en el agua.

Y se arrastra, como la partícula más dulce que pueda pasar por el agua, que solamente la contiene. Nada más que ver, nada más que la sensación navegar con su cuerpo. Nada más que ver, ni nada menos.

La primeriza de las sensaciones.

Sabe que eso no dura mucho, en algún momento el arroyo se corta, como la felicidad que sentimos en momentos perdurables. Pero lo recordará por siempre. Y antes de que el destino, la vida, o lo que sea que hace que esos momentos no duren tanto como quisiéramos, antes de la llegada abrupta de la maldita desilusión, se desilusiona a sí misma, pegando la vuelta, porque se corta ahí su camino.
Se cortará su ensueño, o….¿podrá ser que esos ángeles tuvieran cuerdas para largo?

Lo maravilloso de los sueños, es que siempre pueden sorprendernos. Y éste es mi sueño, así que hago lo que quiera con él.


Decidí simplemente que acá no terminaba todo esto, y mi vuelta no fue la que creía.
Parece que puedo volver, plácidamente.
Y con la misma felicidad extrema que llegué hasta este extremo, me voy al otro, al menos hasta que el sol siga cegándome los ojos.

1 comentario:

niklaüss dijo...

Qué linda forma de redacción tenés. Es muy clara la descripción de estar debajo sumergido sabiendo que el agua toca cada una de las partes del cuerpo al mismo tiempo y en el mismo lugar...