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domingo, 30 de noviembre de 2008

Hoy me desperté y sentí que me partía en dos



Mi cuerpo quedó tirado en la cama, pero yo empecé mi rutina como todos los días. Miraba hacia atrás y veía mi cuerpo, inmovilizado, en stop, flotante. Lo veía de otro color….todo lo que me rodeaba era claro y tenía la misma definición de siempre. Pero mi cuerpo se veía borroso, más blanquecino, como si estuviera atrapado adentro de una nube suave, algodonosa, fina, atravesada por hilos un poco más blancos, que cambian de forma constantemente.

Me fui de la habitación, tratando de seguir, e ignorar que mi cuerpo se quedaba embebido en el aire. Cuánto más podría fingir, tenía que probarlo. Pero mi día ya no tendría que ser como era. Sonámbula, me senté en el sillón verde, caluroso, traspirada, no queriendo sentir nada. Pero todo se sentía y me molestaba más que siempre. El calor, el dolor de cabeza, la fiaca, el hambre, el cansancio, el desgano. Todo se sentía doblemente fuerte. Todo me dolía mucho más. Necesitaba a mi cuerpo, necesitaba al canto de mi alma que me ayudara a pasar ese momento. Pero no nos conectamos. Lo más angustiante era saber si mi cuerpo se daba cuenta, de alguna manera, que yo estaba tratando de comunicarme con él.
No soporto los grises, no soporto no cerrar ciertas cosas. Todo el tiempo la vida me obliga a dejar cuestiones inconclusas. Quizás sea por eso que, las pocas que no me requieren esfuerzo en cerrarlas, quedan enterradas de la noche a la mañana. Porque serían más moscas rondándome, de las que ya tengo.
Esto no lo puedo cerrar. Una parte se queda en la cama. Y la otra, yo, que me pienso, trato de seguir andando.

Te fuiste, me dejaste acá, sin poder moverme. Pero todo lo demás está intacto. No tengo manera de hacerme entender. Cierro los ojos, y me voy volando, a donde siempre haya querido ir, solo tengo que imaginarlo. Quien lo hubiera dicho, que yo, la parte más imposibilitada, ser la que más disfruta de todo esto. Retorcida, como siempre.
Quisiera decírtelo, en este preciso momento, que no podés escucharme.
Puedo volar, me revuelco entre las nubes, te susurro toda mi canción.
Puedo amar, puedo quedarme en la completa oscuridad sin miedo, sin vértigo, con mi ángel. Puedo volar, sonreír, a pesar de la oscuridad. La luz está en mis ojos, los hubieras visto, si antes de huirme, me hubieras mirado profundamente. Pero te escapaste, me tuviste miedo. Te olvidaste que soy tu ángel, te olvidaste que mi mirada vale más que tantas palabras.

Estoy por abrir la puerta. Tengo tanto miedo. Mejor, vuelvo a la cama.

Solo algunas, muchas, y seguiría

Las flores
El aire
Mi casa
Mis gatos
Los gatos
Los perros
Los animales
El verde
El azul
El rojo

Los colores
La noche
La luna
Las nubes
El sol
El agua
El olor a jabón
El cigarrillo
El vino
La piel de mis dedos
La sonrisa
Los suspiros
La música
Los libros
Pensar
Los besos ardientes
El amor
Las miradas profundas
Las mañanas
El mar
Las montañas
Relajarme
Escuchar
Dormir
Mirar el cielo
Las estrellas
Las fotos
Los tambores
Vagar
Conocer
Aprender
Viajar
La gente
Las almohadas
Los baños
La suavidad
Acariciar
Que me acaricien
Los árboles
Los sabores
Bailar
Cantar

Las sorpresas
El viento
Las charlas
La luz
Los encuentros
Volver
Los amigos
Las hormigas
El chocolate
Un boleto capicúa
La lluvia
El fuegoUn abrazo
El arte
El café
El mate entre varios
Los paisajes
La risa

jueves, 27 de noviembre de 2008

¿¿Y cuánto significan los días??

Hoy significa demasiado.
Es, y todavía sigue siendo, porque todavía no termina, no quiero que termine. Aunque pareciera que pasó tanto tiempo ya, y aún sigue pasando, un torbellino envolvente, pero lento y caótico, por delante de mío.
¿Cuándo va a terminarse este día tan perturbador, obsesivo, nuevo, autodidacta y malditamente largo?

No lo borraría, porque es demasiado fuerte. No es uno de esos días que no significan absolutamente nada, esos días en los que no hay ninguna sorpresa, esos días en los que flotamos en nuestra propia atmósfera enviciada de nuestra respiración.

Un relámpago mudo, totalmente fugaz, irrepetible, se acaba de grabar a través del vidrio, solo en la mitad de mi ojo izquierdo. El cielo se derrumba adelanto mío, y yo lo miro con solo con la mitad de mi ojo izquierdo. El resto me lo imagino. Es parte de mi karma.

Hoy, todavía, me acuerdo lo que acaba de pasar. Dentro de varios días, pasará al pasado, como una parte más del mágico fichero cerebral. Quizás algún día vuelva.
Es uno de esos días que vamos revivir, seguramente como un deja vú, como la misma flor pero en otro jardín, aunque cuando vuelve no nos acordamos ni cómo o cuándo pudo haber sido.
Da igual, no fue olvidado.

La violencia de este día me atraviesa, sobre todo porque nunca más volverá a ser la misma, ni aún en el recuerdo.
¡¡¡La insoportable levedad del ser!!!

Mejor me pierdo, me pierdo, dejame que me hunda.
Pero en algún momento, te ruego, vení a buscarme, que ya quiero que se termine el día.

¨Cada día es absurdo, como un pozo al caer, cada día me rindo, pensando que la muerte es un regreso, en este mundo demente¨.

Creo que prefiero vivir momentos fuertes, irrepetibles, antes que vivir desgarrándome a causa del constante recuerdo, de solo uno de todos ellos.

martes, 4 de noviembre de 2008

Mi pies no me siguen


Sumo la infancia más la preadolescencia y no puedo sumar o restar nada más por ahora. Después sumo la vejez y la adultez, y claro que parece lo mejor. Pero después pienso que sería bueno sumar solo la adolescencia y la adultez, pero restando la infancia, total si ya no me acuerdo.

Como sea, al final de cuentas, todos siguen su camino, las cuentas no me van a dar nunca redondas. Yo creí que podía sumar por este lado. El pasado lo indicaba. Pero…sorpresa, no, no. En alguno de los lapsos, el camino se pavimentó de nuevo y a mí no me pasaron el calzado apropiado para transitarlo. Así y todo, pensamos que en un momento podríamos volver a cruzarnos, y hasta hicimos un pequeño intento. Nos prestamos esos viejos zapatos que antes nos quedaban tan bien y tan cómodos. Caminamos con ellos, sin hacer ruido. En esos momentos, varias veces tu perfume se me hizo presente una vez más, en la luz de las 3 y cuarto, en la noche borrosa, o simplemente en el recuerdo, aunque no oliera a nada. Y caminaba, esperando sentirme tan cómoda como antes.
Quizás estaba cómoda, pero no caminaba tranquila, no me reconocía en tus viejos zapatos, y aunque sé que ni lo intentaste, vos tampoco en los míos.

Es tiempo de tomar una decisión. Camino descalza, siempre por este mismo camino, no el de antes, no el de tus zapatos, no el mío.

Camino mirándome los pies, para saber si hoy tienen algo que revelarme. Ya no les pertenezco, pero ellos me son totalmente indispensables. Los miro fríamente, como un desprendimiento tan pero tan mío.
Camino por esta calle vacía, que parece hecha solo para mí, porque nadie me cruza, nadie me alcanza.
Y mientras, se escuchan solo mis pasos, mis pies entonces no están descalzos.

Mis pies tienen vida propia, y yo quisiera seguirlos.

miércoles, 29 de octubre de 2008

La noche de los techos fríos y los pies descalzos


Hace frío, aunque pensamos que debería hacer calor. Por eso decidimos salir a caminar, tomar un poco de aire. 
No somos de acá, y creo que nunca lo seremos, porque todavía no logramos vestirnos como deberíamos, y menos de acuerdo al tiempo.
No sirve ver la temperatura, no sirve asomar la cabeza e intentar sentir al clima en la nariz. No sirve nada de lo que hagamos, porque siempre terminamos sintiendo que otra cosa hubiera sido mejor. Quizás se deba a que sabemos que no estamos en el lugar indicado.

Salimos poco abrigados, como ansiando la llegada del próximo verano, o lo que creemos es el verano para nosotros. Ni los techos pueden capturar el frío de la noche, para sentir la calma en las pisadas.

La primera vuelta. Campantes, o no tanto, porque sentimos un poco de frío, avanzamos en busca de un verdadero cobijo. Pero los horarios tampoco son los mismos. O nos adaptamos a esta realidad, o nos quedamos encerrados en nuestro cuartucho de hora, viendo pasar el tiempo.

Eso no se lo dije, solo lo pienso. Soy consciente que si a esta hora estamos perdidos (a esta hora dije? en este cuartucho sería más acertado) es porque no puedo con mi capricho y me resisto a que me tome el recuerdo, pero también me resisto al cambio, que me empuja por su torrente violento, y así y todo lo batallo, nado contra su corriente, me digo: sigo siendo libre, ninguno de los dos podrá conmigo. El horario, el clima, no pueden ser un problema para nosotros. Son otros nuestros tormentos, y se acerca la hora (¿la hora dije de nuevo?). 

Tercera vuelta, ya estamos perdidos, un poco resignados, y empezamos a forjar el sueño de esta noche.

El primer edificio, totalmente deformado, triangular, abandonado. Amarillo desteñido. Pasamos por delante y nos parece demasiado tenebroso para entrar, tan pronto, tan despiertos todavía. Mejor seguimos de largo...

No sé cuánto caminamos ni que vimos entre uno y otro, lo cronológico no es nuestro fuerte, pero sé que llegamos al segundo edificio, muy gris, muy húmedo, muy cuadrado, con sus veintitantos pisos. Vemos todas las ventanas y las puertas en su lugar aparente, mientras vamos subiendo y bajando por sus escaleras. Pero es demasiado alto para alcanzarlo, sus techos solo pueden tener tierra acumulada, y lo que sea que llegue hasta ahí arriba.
Saltamos los escalones de a varios, tenemos que irnos rápido, ya nos están mirando con cara rara, y sobre todo, no nos gusta nada el formato en bloque, (se erige demasiado triste y fuerte como para intentar modificarlo).

Ya estamos en la décima vuelta, llegando a las casas bajas, nuestras preferidas. Pero cuando alcanzamos el lugar que más nos gusta, el mismo lugar nos persigue, y nos obliga a dejarlo. ¿Por dónde irse, si sabemos que todavía faltan muchas horas de sueño para terminar nuestro recorrido?
Recorremos terrazas, damos grandes saltos, pero sin disfrutarlo, ahora que nos alcanza el frío del piso en los pies, por fin descalzos.

Tenemos que escapar, cuanto antes, tenemos que saber por donde huir, sin ser vistos, sin que nos atrapen, saltar por todas las terrazas, sin que puedan siquiera percibirnos esos ojos sin luz escondidos en el aire de la noche. No intercambiamos palabra, pero con sólo mirarnos pensamos los más estrambóticos planes. Pensamos incluso en levantar vuelo, pero enseguida supimos que no era nuestra noche para eso.

Entre salto y salto, llegamos a un centro.

Mucho cemento, una fuente de agua y balcones lejanos. 
Seguimos inmóviles, tiesos, y todavía descalzos. Todos nos observan desde los balcones circulares. Es la sensación de estar en el centro del coliseo, a punto de ser juzgados. Todos están lejos, no llegamos a reconocerlos, pero sentimos el peso de todas sus miradas. En el centro de cemento solo hay una estatua, un monstruo, una foca con dientes afilados. Y de pronto, dejamos de ser el centro. Por un momento me sentí afortunada, pero sólo porque no me di cuenta que no escaparía de mi destino, antes que otra angustia aterrice gris y decidida.

Los oscuros ojos de esa monstruosa estatuilla de foca eran los que ahora nos miraban. Nos transmitían su diabólico pensamiento, su fetiche, su vicio: empezar ella también su danza del movimiento. Pero seguía siendo una estatua, aunque sus ojos expresaban el deseo de comer, de agasajarse con una nueva cabeza y su cuello. 


Gritamos....pero los espectadores de los balcones ya tenían otra distracción, y la maligna foca concretaría su vicio. Y a nuestros espectadores les daba lo mismo cualquier cosa que pasara, mientras fuera algo que pudiera entretenerlos en su aburrida observación.

Necesito volver a una secuencia anterior, aunque sea en un cuartucho, aunque todo me indique que un nuevo recorrido comience, solo que con otra iluminación preponderante.

Entre tanto, todos los ojos seguirán ahí, expectantes, ciegos y lagrimosos, esperando ansiosos, que ya no haya tanta luz, para poder disfrutar en la oscuridad, que termine ése o cualquier otro espectáculo.

jueves, 16 de octubre de 2008

Asuntos pendientes, tenemos todos

Asuntos pendientes tenemos todos. Empezamos a recorrer mentalmente el día, la semana, el mes pasado, el año, ¡los años! Tantos años. Y podemos encontrarnos con tantos, tantos asuntos pendientes.

Los asuntos pendientes se van acumulando con los años. Un chico, si tiene pequeños asuntos pendientes, se olvida, y si tiene grandes asuntos pendientes, simplemente no se da cuenta que son tales. Un grande…yo soy grande.


¿Qué es ser grande? Tenés gran tamaño, o tenés gran edad, o tenés grandes cualidades, o sos un gran idiota. Todo eso puede significar ser grande. Y entonces yo puedo ser grande, en cualquiera de sus tantas acepciones.

¡Soy un gran carozo! Esto es lo mejor que puede decirse. Nadie sabe lo qué significa, o puede imaginarse que significa muchas cosas, pero será otro asunto pendiente.

Nadie puede descifrar mi pensamiento de carozo, de aceituna, de ciruela asquerosa, de durazno en un trago con ron, eso sí, sin carozo. Ron también con coca, y hacemos que Cuba sea libre, aunque de libre no tenga nada. Perdón si alguien disiente conmigo, pero el cuba libre es más libre que Cuba.

Todo esto puede pensarse al caminar solo 100 metros. Yo a él pude leerle la mirada, en esos 100 mágicos metros que caminamos juntos. No quise seguir leyendo su pensamiento, porque podía volverme loca, pero me causó intriga….en qué seguiría pensando? ¿Seguiría siendo un carozo? ¿O ya estaría en el estado de larva de mariposa?

Me estoy confundiendo, porque eso lo pienso yo. Voy pisando baldosa a baldosa, revoltosa y tan perdida. Voy tan cansada, voy tan llena, y voy tan vacía. Avanzo viendo las caras de todos, avanzo viendo cada una de esas perdidas miradas, buscando violentamente un punto donde fijarse, para no tener que fijarse en la nada, que tanto espanto produce.

Pánico al vacío, pánico a sumar un asunto pendiente más, a los que ya venían dando vueltas, pánico a tener que sobrellevar la ausencia de pánico.

La paz.

jueves, 2 de octubre de 2008

Piolín


Perfecto con todo lo demás pero ¿porqué no era un sábado muy feliz?
Siempre deslizás las cosas más importantes entremetidas con todo lo demás.
Igual te leo, te leo.

Que linda imagen, la de despertarse enrollada como un koala a un eucalipto.
Nunca tuve la misma, te imaginarás, y no sé si los koalas se enrollan a los eucaliptos, pero es totalmente hermoso. Se me ocurre otra cosa...porque te sigo leyendo...nunca vá a estar nada 10 puntos, ¿o si?sería tan aburrido que tampoco estaría 10 puntos. ¿Escuchaste hablar de las paradojas, no?

Tu cajón es el más talado (como esos muebles preciosos y tallados del siglo XVIII).
Y a mí me espera un placard, en aquella otra casa, lo que dejé tan lejos, antes de mudarme, ¿te acordás?.
Es metafórico che, metafórico, me pongo pelotuda a la noche.

Imaginate que en este momento te puedo escribir de lo que sea, un montonazo, pero no puedo ser tan egoísta. Mañana es viernes, y vos vas a llegar, en algún momento quizás leer esto, y nada de andar pesando en placares con cajones tallados pero perchas vacías....
Te dije que podía escribir un montón de cosas....pero es viernes, alegrate, que la confusión, por una u otra cosa, nos ronda siempre, cuando todo lo demás, nos apuntala.

Me siento atada a tu tronco, con el piolín un poco mojado por la nieve. Igual no tiene ganas de desatarse.

martes, 23 de septiembre de 2008

Luces


Desde lejos
hace mucho que no me recuerdo
me acerco, y me veo diferente
a lo que recordaba
pero aún me reconozco

Está bien.
Está mal.
Está…
Diferenciar el bien y el mal?
De lejos, seguro que no nos reconocemos.

En el balcón de las visiones ya no veo,
ni lo que escribo.
El de la cortina roja
a toda hora
siempre veo su luz
aún encendida.

Somos siempre las mismas luces, las que nos hacemos compañía.
Luces rebeldes, no quieren apagarse.
Luces amarillas, luces tenues, luces rojas, luces crema.
Nunca blancas.
A la noche, no necesitamos tanta pureza.

A veces siento la pureza, en eso me reconozco.
A veces soy más feliz
en eso
creo que no me re
conozco.

Muchas las pequeñas vidas, tanto como la mía
que dependen de mí.
Me da miedo.
No me re conozco.
Me encanta.

De día y de noche
tengo mi luz blanca para darles
eso no se ve.

De afuera es amarilla.

lunes, 15 de septiembre de 2008

El choque de planetas

En el género humano, expresión comúnmente usada para manifestar una colisión de dos o más elementos, generada por una diferencia insoslayable e inabordable de diferentes pareceres, producto de muchos posibles motivos.

Ejemplo de aplicación práctica o metafórica, en relación directa con la definición abordada:
Hoy estábamos, por momentos, tan lejanos como el ardiente Mercurio del rayado Urano.


Sin embargo, también por momentos, estábamos tan cercanos y calientes como el gigante Sol puede estarlo del ahora pequeñísimo Mercurio.

Terrible percepción de choque, solo teniendo en cuenta que el encendido sol, apenas es una estrella.

Pero el peor problema que se suma a esa situación es: quien es quien.
Si soy Urano…no me importa que ahora estés ardiente, porque yo estoy demasiado lejos para poder sentirlo. Quedate donde estás que, en mi distancia y, al menos por ahora, me entiendo perfectamente.


¿Y si fuera Mercurio? Necesito quemarte. Y eso de que estés tan lejos, no me importa, estoy tan caliente ahora, que te voy a poder chamuscar al menos.

Seguido a eso, cambian las circunstancias y parece llegar un posible enfriamiento. Hasta que, siendo el ardiente Mercurio y desde tu lejanía, escuché tu murmullo.
¡Gracias! Mi chispa te alcanzó, al menos vamos a poder hablar en el mismo nivel.

Pero nunca pensé que ibas a agigantarte tanto y convertirte en una estrella.
La visión maravillosa no dura demasiado.

La estrella se engrandeció tanto, que me quemó. ¿Solo resta esperar que se regeneren mis tejidos entonces?


No es tan grave después de todo.


jueves, 24 de julio de 2008

Los despertares de Hilaria

Nos predisponemos todos los días a algo. Nos predisponemos a realizar las mismas acciones, o al menos similares. De una manera u otra, sabemos con qué podemos encontrarnos. De hecho, desde el momento en que abrimos los ojos.
Sería una gran mentira, de un verdadero mentiroso, decir que somos una libertad implacable, que vivimos plenamente….decir que quien no lo logra es un obtuso, alguien que no sabe disfrutar.
¿Que acaso a tantos les gusta fingir lo que en realidad no son?

Hilaria cree que no, todos nos despertamos, todos somos, más tarde o más temprano, arrancados de nuestros sueños. Puede ser un sonido violento, puede ser un rayo de sol, también violento, puede ser un sonido, que nos parece extremadamente fuerte para ese momento.
Cualquier cosa que nos arranca del sueño, en el preciso momento en que sucedió, es fuerte. ¿Quizás sea demasiado violento, decir que es violento?

Hilaria hila su destino. El camino que nunca se termina, porque Hilaria dice que la vida es demasiado larga.
Camina, todo el tiempo está en movimiento. Eso no quiere decir que no pueda quedarse quieta. Su caminar solo es diferente. Se mueve, hacia un lado y hacia el otro, aunque pueda estar sentada, simplemente, pensando, en todas esas cosas que le pasan y no sabe cómo van a seguir.
Hilaria pasa mucho tiempo pensando en todos sus sueños. Le gustaría recordarlos, para poder también pensar en ellos, y por sobre todo, para saber cómo son. Sueña, quizás todo el tiempo, pero no es capaz de recordar sus propios sueños. Le gustaría inventar una máquina que pueda grabar absolutamente todos sus sueños. Sería una verdadera locura, pero ya no le tiene miedo a eso. Acaso, ¿quién no está un poco loco?

Por eso pienso, es tan sabia Hilaria.
Hilaria, experta en abrir puertas, soñadas, materializadas, da lo mismo, pero nunca las propias. ¿A esto se le llamaba paradoja?

Aunque no todo da lo mismo, esto sí. Por ejemplo…nuestra voz.
Nos escuchamos a nosotros mismos, y nos reconocemos, nos acostumbramos
¿que sería, si de un día para el otro, nos escuchamos con otra voz, completamente diferente?
Sin embargo, escuchamos nuestra voz, grabada, y simplemente, parece ser otra persona.

A Hilaria le pasa lo mismo….cuando yo hablo de ella, simplemente no se reconoce.
Pero nos conocemos tanto…que no podría mentir acerca de ella…le leo el pensamiento, como una puerta, esta vez sí, abierta.

Abriendo el segundo ojo…es el momento. Todo lo anterior, por mucho que parezca, solo pasó mientras Hilaria abría el primer ojo. Somos todos un gran mundo, ¿no?

Se levanta entonces, con todos los pensamientos que le enriendan un poco más el pelo. Son como los anillos de Saturno, alredor de su cabeza, pero girando más rápido que la velocidad de la luz.
Sin muchos más preparativos, porque ya todos conocemos lo que hace alguien apenas se levanta (acciones más, acciones menos, tenemos pasos obligados) se enfrenta Hilaria con su nuevo día.
Entonces camina, como todas las mañanas. A veces gira para un lado, otro día gira hacia otros. Lo importante es no caminar siempre en la misma dirección.

Hilaria cree que su camino nunca termina, que podría seguir hilando toda la mañana, la tarde, la noche, dormir, soñar, y volver a caminar, recorriendo siempre infinitos lugares.
Sigue pensando que la vida es demasiado larga. Y yo digo lo que ella piensa, pero no dice, que todo esto lo piensa porque no quiere esperar el final, que siempre aparece demasiado pronto. Cuando apenas estábamos vislumbrando ese rayo de sol, que era totalmente diferente al anterior, y solo ella puede verlo.

Hasta cuándo Hilaria, hasta cuándo…¿hasta cuándo vas a seguir hilando, saquitos calados por los que pasa el viento?

miércoles, 9 de julio de 2008

Tréboles de tres hojas

Matarme a mí es matarte a vos…..

- ¡Dejá de gritarme de una vez! No me gustan los gritos. Los gritos no dejan lugar a escuchar la lluvia.

- ¿Vas a bajarte de tu cápsula de algodón? Si estás pensando en algo así, realmente no me interesa saberlo…

Frente a semejante respuesta, ¿quien puede seguir?...

Música….silencio, voz rasgante….cortante, dolorosa….al borde de la desesperación…el mayor sentimiento de soledad, no escuchado. Solía ser un pequeño niño, y matarme a mí, es como matarte a vos, ¿no lo estás entendiendo?
Dejame sonreir, dejame soñar…dejame…no te olvides que soy tu hijo, y todo lo que hagas conmigo, es lo que querías acordarte que …no dejes que siga. No hay necesidad. Todo lo que digo ya lo estás pensando, antes de que salga de mis labios. Tus elecciones, son mi presente, matarme a vos, es matarme a mí.

Silencio….

Por fin lo entendió. Nadie tenía que decirlo, porque desde siempre lo supo, no podía frenar el impulso. Gestándose, toda la historia, ¿quién puede frenarla? Cuando no hay capa de filtro, todo pasa directo, desde ese viaje en que sube al colectivo, hasta el momento de tocar timbre. Pero cuando toca el timbre, se terminó tu viaje.

- Quiero tener mis propias palabras. Solo por tenerte cerca, pude darme cuenta. Tu infinita inocencia, levanta el velo. Todos los tréboles son de tres hojas. Pero esperamos ver, todo el tiempo, el que tenga cuatro. Es la excepción, es lo que falta, es la mitad del vaso, más que vacía.

Titilan las estrellas, en su noche de las revelaciones. Todas las noches revelan algo. Aunque más no sea ¡un acorde de guitarra electrificada!

domingo, 29 de junio de 2008

Cuánta magia


Flautines, Serafín, Merlín hace magia, los paisajes desolados, la sequedad en la boca, surfeando encima de una roca. Acción.

Aunque las rocas se hunden.
Mucho más con un ancla atada al dedo gordo del pie.

Toda una toma, plagada de dulzura luminosa, alumbradísima, como se vería todo una hora después del amanecer, en la playa. Tanta luz, tanto para ver, que no sabía lo que estaba buscando. Giraba la cabeza, completamente, sin tener que mover el cuerpo. Qué bueno haber sido siempre tan flexible.

No solo es ser flexible, sino también acostumbrarse a serlo. Una unidad inestable, que todo lo que necesita es tiempo. Hay que acostumbrarse, a querer algo y no obtenerlo.

Listo, desarmamos la escena, bajen las luces, con el sol alcanza.
Descansen, ya tenemos lo que necesitábamos.

Una figura sobre una piedra en el mar, girando la cabeza circularmente hasta volver al mismo punto en el que empezó a girar. Pero con un ancla atada al dedo gordo del pie. La mira dulcemente, porque sabe que igual no puede hundirse.

Estoy fuera de la escena, que acaba de terminar, así que ahora podría sentarme, y descanar. O caminar.
Aprovechar este momento, estar en la playa, vacía, apenas amanece, y un paisaje desolado es todo lo que está en el camino. Creo ver una seguidilla de mil paisajes, ya no me acuerdo. De acá para atrás, todos los paisajes que ví, nunca podría recordarlos de la misma manera que cuando los ví…una lástima…cuánta magia.

sábado, 21 de junio de 2008

Hurt



Piel de gallina

La vida desde los ojos de un gigante invisible


El gigante invisible se despierta a la mañana, y hace las cosas como cualquiera las haría. Camina por el pasillo, directo al baño, medio dormido, con unos arañazos del sueño que tuvo. Si, los gigantes, sean invisibles o no, también tienen sueños.
Se mira al espejo, pero no se da cuenta que es un gigante, y menos invisible.
Él es eso que todos los días observa. Y el espejo está a la altura de su cara, ahora medio dormida.

Claro, nuestro gigante, invisible, también puede verse al espejo. Él piensa, como muchos, que lo esencial es invisible a los ojos.
Más tarde, después del desayuno, sigue estando solo. Así es cuando mejor puede sentirse. La ventaja de saber, con seguridad, no ser observado. Por supuesto, si es invisible, ¿cómo podrían verlo? Sin embargo, lo sienten, y es casi lo mismo.
Es en ese momento, cuando se acuerda de que es un gigante.

Todo el día puede transcurrir, entre acordándose y olvidándose de que es un gigante, además invisible.
Pero nunca terminará de entender, porqué tiene que ser así.
Es uno de esos fríos días, que hay que moverse, solamente para no tener frío.
A menos que estuviera todo el día tirado, en la cama, durmiendo.
No, posiblemente tampoco podría. Se nota que frunce un poco el seño al pensarlo. Una partícula en el aire actuó de manera diferente a como lo hubiera hecho, si no habría movimiento en el espacio, en ese preciso momento.
¿Cómo podría estar todo el día, tratando de que pase el tiempo, en una cama? Para eso ni siquiera es necesario estar vivo. Él, el gran gigante invisible, está vivito y coleando al viento. No puede dejar pasar el tiempo de esa manera. Más allá de que parezca imposible, él tiene un motivo.

Pasado el baño, pasado el desayuno, otro desafío: ¿qué hacer, que lo haga más feliz?
Al fin de cuentas, no se siente diferente, y eso es lo que más lo atormenta.
Sale a caminar, tiene que juntar leña, en semejante día, tan frío, tan lleno de cosas, vacío de calor, y lleno de color, un poco de rojo y naranja van a despertarlo.

Es que tiene que pasar el invierno, a lo largo y a lo ancho porque, en primavera, lo espera su dulce y pequeña brisa, tan pequeña que no puede ni abarcar toda su mano, pero que lo acaricia, lo recorre, de punta a punta, hasta regocijarse de compañía. Y él, tan grandote, también aporta su granito de arena, le sonríe todo el tiempo, absolutamente agradecido. Ella lo nota, es como mirar un constante pero suave rayo de sol.

Y eso no es nada poco para ella, tan chiquita, se desborda de tanta sonrisa, hasta que le estalla la panza durante toda la primavera. Pero sabe que después tiene que dejarlo de nuevo....

Los dos lo pensaron en algún momento, ¿qué pasaría si se queda escondida?
Pero no se animan, quizás no funcione, quizás se pierdan, y para siempre.
Entonces se vá, al final de cada primavera, antes de ser aplastada por una gigante, tanto o más que su amor, pero violenta gota de lluvia veraniega.


Se esconde debajo de una piedra, bien cerca, y se queda esperando, anhelando, soñando, en el momento en que pueda ver otra vez esa constante, gigante y luminosa sonrisa, invisible.

Tanto podría decirse acerca del gigante y la pequeña brisa....pero sólo ellos se entienden, aire y gigante, vacío y sonrisa.

martes, 17 de junio de 2008

Un sueño como cualquiera

Solo quiere estar en algún lado….y en ese lugar, quiere volver a estar…
No es nada de lo que le pasa ahora, no es nada de lo que pueda llegar a pasar, porque en la nítida realidad, todo puede estar totalmente desconexo. Pero, un sueño realizado, es más que cualquiera realidad.

La más fácil de las instrucciones: cerrar los ojos, y todo vuelve a ser tan vívido y palpable, como alguien pueda recordarlo.

De a poco está llegando…un lago calmo, en cualquier atardecer.

Todos y nada alrededor al mismo tiempo, nadie, esperando que pase algo, hasta que pasa.

Se sumerge en las aguas tranquilas, la estaban esperando, para navegar con su cuerpo, dejarse llevar por esa corriente, sin poderlo controlar. Se arrastra, le da miedo, pero quiere seguir, a ver hasta donde puede llegar.

Parece que fuera casi de noche, pero todavía, ese único rayo de sol que sigue vivo, le refleja lo suficiente la cara, sensación de placer, irreproducible.
No puede evitar seguir esa hermosa corriente, donde todo lo que pueda pasar queda en el olvido, porque no tiene nada más que recordar, al menos en ese momento.
Nada que lo interrumpa, nada que pueda arrancarla, ni de tallo, ni de raíz, de su psicodelia infalible, donde la mente ve solo manchas amarillas, degradadas.

Todo el pasado, todo lo que le haya pasado, queda bajo la nada, y el futuro puede manejarlo, como está pasando el agua alrededor de cada parte de su cuerpo. No se pregunta, ni se responde: dónde está su cuerpo, donde está su pensamiento, lo que sea que la hace avanzar como una pluma en el agua.

Y se arrastra, como la partícula más dulce que pueda pasar por el agua, que solamente la contiene. Nada más que ver, nada más que la sensación navegar con su cuerpo. Nada más que ver, ni nada menos.

La primeriza de las sensaciones.

Sabe que eso no dura mucho, en algún momento el arroyo se corta, como la felicidad que sentimos en momentos perdurables. Pero lo recordará por siempre. Y antes de que el destino, la vida, o lo que sea que hace que esos momentos no duren tanto como quisiéramos, antes de la llegada abrupta de la maldita desilusión, se desilusiona a sí misma, pegando la vuelta, porque se corta ahí su camino.
Se cortará su ensueño, o….¿podrá ser que esos ángeles tuvieran cuerdas para largo?

Lo maravilloso de los sueños, es que siempre pueden sorprendernos. Y éste es mi sueño, así que hago lo que quiera con él.


Decidí simplemente que acá no terminaba todo esto, y mi vuelta no fue la que creía.
Parece que puedo volver, plácidamente.
Y con la misma felicidad extrema que llegué hasta este extremo, me voy al otro, al menos hasta que el sol siga cegándome los ojos.

miércoles, 11 de junio de 2008

Me mirás desde tu extremo

Vos me mirás desde tu extremo, bordeando al constante verano, pero al fin y al cabo, difícil acostumbrarse, creo que estamos caminando un camino juntas, en la senda de tu negrura, y mis ganas de seguirte.

De repente te vas, porque me parece que no te importa demasiado lo que haga, o sí, pero ¡eso me encanta de vos! ¡¡¡Tu histeriqueo pero inconfundible transmisión de magia!!!

El ordenador, el ordenador, basta de pensar en el ordenador! Y sí, al fin y al cabo, me resulta, me cabe, me siento, me permite, siempre en algún sentido me permite, ¿¿porqué sólo verle el lado negativo??
Si con él finalmente me encuentro fluyendo como no lo logro con la escritura de mi amada zurda. Si, yo amo a mi zurda. No sé cuántas cosas amo de mí, pero la zurda es una de ellas. ¡Es bueno reconocerse una cualidad amada de vez en cuando!. Y de tanto pensar en mí, el ordenador, me frenó, ¡bajo la música de los duendes!

Me dá vergüenza…brillando pequeño duende travieso, que me llevás a caminar por el caminito lleno de orquídeas y de todo tipo de plantas, bajo tus trompetas tan afinadas…

- ¿¿A dónde querés llevarme?? ¡¡Pero si recién nos conocemos!!
- Dejate llevar, no tengas miedo, ¿¿qué te puede hacer un inofensivo duendecito?? ¿Te pusiste a pensar seriamente en eso? Siempre podés salir corriendo, no voy a perseguirte. Solo te alcancé porque vos quisiste…sabés perfectamente que te estoy siguiendo, pero me dejás estar ahí, bajo tu propia sensación de culpa…

Huía, no le alcanzaba la fuerza de sus piernas, se sentía el gran personaje de un libro, en el medio del desierto, bajo todo el polvo, liberándose. El sol que le cuajaba la piel, pero no sentía, porque iba iba iba iba, cual autómota que se desplaza por una orden…¿¿por cuánto tiempo más iba a poder alejarse??

- Cuando algo viene desde tan profundo, no hay donde correr… y sí, acá estoy de nuevo, porque me llamaste…vas a ver cuándo nos acostumbremos, vamos a dejar de ser felices…el acostumbramiento hace que te pasen cosas raras, por eso tenés que tener cuidado…¡¡ser más precavido! No soy la voz de tu conciencia, ¡¡sino solo su duende!!!

- Bueno, está bien, dame la mano, y volvamos, que al final, de tanto dar vueltas, se hace tarde…(si en este momento pudiera, dibujaría la figura de un corazón, en su total y absoluta simpleza…).
Vos me mirás desde tu extremo…y te vas alejando, cuando pensé que estábamos más cerca que nunca.

martes, 10 de junio de 2008

La existencia paralela

Estoy sentada en el sillón.
Estoy mirando como atardece.
Estoy pensando en lo que te pasa, y nunca podré llegar a conocer.

Estoy durmiendo la siesta, porque no sé que otra cosa podría hacer en este momento, y porque es una costumbre.
Estoy pensando todo el tiempo…¡en salir corriendo!
Y es cuando estoy de vuelta.

Pero en otro escenario.
Estoy siendo otro personaje todo el tiempo.
¿Cuándo soy el que más me gusta?
Cuando me resulto más real y más extraño.
¿Cuándo es eso?
¡Cuándo podría salir corriendo y no lo hago!

Lo siento, ahora no quiero, no me nace, no me siento, o me siento más que nunca, ¡porque estoy dando todo!
Pero algo me dice que tengo que salir corriendo igual. Run away, run away, run away…tengo que alcanzar mi existencia paralela.

miércoles, 4 de junio de 2008

Necesidad obliga


Lo sé. Necesidad obliga, el globo ya voló demasiado alto.

Nunca pensé que podría aprender a remontar globos. Tan grandes, plenos, ovalados, con su canastita. Como traídos de otra época. Lo que más me gustó de los globos es que no son para hacer ejercicio. No son para entrenar. Son solo para volar, para flotar, y para ir mirando. No tenemos que pensar en nada más. A menos que el fuego se vaya apagando, y sea el momento de bajar.

A eso me refería con necesidad obliga. No se puede vivir volando.
Pero pese a que su esencia me encanta, quisiera conservarla, haciendo que pudiesen volar por más tiempo. Me imagino los campos, el cielo, los pocos pájaros que lleguen tan, tan alto, y yo.
Por horas sin bajar, porque todavía, simplemente, no quiero. Y puedo ir leyendo, puedo ir pensando, puedo volar en un dos por uno, también con esta cabecita. Y así seguir y seguir, viendo solo verde y celeste, tan armoniosos, combinados, por un largo rato más.

Ya lo sé, ya lo sé, nunca volé en globo. Lo estoy inventando todo. Si lo hubiera hecho, podría describir cada milimésima de segundo, acerca de cada imagen captada. Pero no, lo sé, no es lo mejor que pude haber hecho. Sino, en este momento, no estaría sufriendo un poco, con el retumbe de que ¨lo sé¨, pero no puedo hacer nada. Salvo hacer de cuenta que cambió el tema, y también el humor, ¡y darle una perspectiva completamente diferente a todo esto!

¿Te quedaste pensando, eh? ¡De una punta del precipicio, de repente, te saltaste a la otra! Nada mal, teniendo en cuenta la diseminación del virus de moda, la famosa alergia viral al salto.

martes, 3 de junio de 2008

Necesito todos los colores

Ya la veo, a través de la ventana, con el piso de madera que me la borronea un poco, porque a su figura le da el reflejo del sol. Parece más claro el piso. Aunque sé que es porque está gastadito… ¿será por eso?
No importa, tiene las pisadas de toda su historia...

Ahí fue cuando ví todas sus hojas, desparramadas alrededor suyo….no le importa que la esté mirando. Ella tiene su propia magia. Agarra un lápiz de color, no veo cuál es. Quizás mejor la deje sola, para que solo sienta la luz del sol atravesándola, y sea entonces cuando el cuadro se pinte en su imaginación. Qué lindo lo que puede estar imaginando…¿¿será con el mar o será con el campo??
No tengo que ser ansiosa.

Claro, y ella mientras tanto, pensaba:
- ¿Y a quién le cuento acerca de tanta dulzura?
Soy una nena, pero finalmente me siento una incomprendida, porque ¡¡no se crean que los nenes pensamos diferentes a los adultos!! La única diferencia es que nos cuesta más sacarlo afuera. Expresarlo, decirlo de la misma manera. Igual, se creen claros, pero solo son todos unos locos que se creen que porque tienen el poder que los años le dieron, para expresarse mejor, tenemos que escucharlos más, creerles más, o tomarlos en serio!! ¡¡Pero por favor!! ¡¡¿¿A dónde están mirando, manga de engreídos!!??
Es lógico, juegan menos, piensan más, y entonces ya les sobra el tiempo y llegan a estas conclusiones sin sentido, que solo llegaron a eso por pensar se demasiado…
Mientras, igual, voy a seguir con lo que estaba.
Ya armé la parte del cielo, y del viento, lo pinté como si fuera una pincelada muy suave, que llegó hasta el piso, y lo pinté también un poquito, al piso...sí sí ¡queda lindo!. Ahora me toca la parte del verde, no puede faltar verde en este dibujo, porque después tienen que venir también los demás colores. ¡¡Cómo podrían faltar!! Con todos los que tengo para usar, todavía no sé por cuál decidirme, me parece que acaba de llover entonces, porque de repente hice que salga el arco iris!!, y ahí pongo todos los colores juntos, brillando…
Total, quién sabe en realidad cuáles son todos los colores del arco iris.
Estos hombres que viven en la nieve, ven tantos colores diferentes de blancos, que yo no puedo ver, y supongo que ellos entonces van a poder ver también un arco iris diferente al que yo pueda ver....
Uuufffff ya dibujé un montón. Le tengo que poner el nombre…mmmmmmmmmmmmmmmm se llamó.............................. ¡Necesito todos los colores!

lunes, 2 de junio de 2008

¿Guardamos el secreto?

Nosotros dos formamos parte de un mundo, y nos acabamos de enterar que solo existe para nosotros.

Nuestro mundo es único, y no podemos compartirlo con nadie más, nadie lo conoce.
Podríamos hablar de nuestra lengua, nuestras creencias, nuestro estilo de vida, nuestra historia, pero nunca tenemos la convicción de que existimos para los demás. Tenemos nuestras propias reglas, nuestra propia lógica, y quizás por eso nos pasa esto…no conocimos jamás nuestras propias creencias.
¿Como podrían saber de nuestro mundo los demás entonces?

Nunca nos dimos cuenta de lo que estaba pasando, hasta hoy a la noche.
Siempre pensamos que estábamos ahí, para ser vistos.
De hecho ahí estamos, totalmente expuestos, pero parece que nadie nos viera.

Fue también ayer a la tarde…porque todo tiene su correlación con algo anterior, porque todo empieza antes de que nos demos cuenta. Ayer a la tarde pensamos que podríamos habernos dado cuenta que había empezado. O quien sabe cuando…

Nos damos cuenta de que empezó, en un determinado momento, pero sabemos bien, nuestro recuerdo lo sabe, nuestra células también, que todo esto empezó mucho antes.
No hay comienzo…¿y el final?
Nadie se atreve a hablar concretamente de él, o sí…todos hablan de él, pero todos dicen algo diferente. Por eso mejor dejarlo para otro día. Imposible abarcar mi mundo en una sola noche.

Decía que parecía haber empezado la otra tarde.
Las tardes corren, son corridas, las persiguen, hasta que las apagan. Dan paso a la noche, se contraen y contorsionan lenta, pero inexorablemente. Ondulantes llamas naranjas me hablaron pausado, se les estaba acabando la voz, con una especie de distorsión sumamente molesta…
Y ahí sentí algo. Las tardes suelen mostrar atardeceres pausados, pero totalmente hermosos, de cielos coloreados por un gran pintor soñador, que mezcló todos los liláseos, anaranjados y grises que tenía a mano, Y de eso hizo nacer un único atardecer.

Esta tarde, diferente, me decía otra cosa. Hablaba fuerte, me aturdía con su silencio. Y me dijo que me vieron enfrente. Me vieron, notaron mi presencia, la nuestra, la de nuestro mundo.
¡Y me buscaron en el mapa de las galaxias! Pero nunca me encontraron.

Nosotros, que creíamos existir, de repente supimos que éramos invisibles, nunca recordados…no se puede recordar algo que no se sabe que existe.

Pero esa tarde me habló y yo le creí….le creo, y más a cada momento.
No estamos en la lista de mundos.
Pero adentro de esa maraña de palabras, igualmente, sí está nuestro mundo...todo depende de la edición.

Me sobra….te tengo, cerca, en mi mundo, hoy a la noche me di cuenta, o fue ayer a la tarde…o pudo haber sido antes. Nadie me lo puede decir, porque no se dice ni en las pocas palabras que hablen de nuestro país, de nuestro mundo.

¿Guardamos el secreto?
A mí me gustaría….