De eso se trata la vida.
Y cuanto más se aprende, mejor.
A veces aprendo que no siempre es necesario decir lo que pienso. Basta con creer en eso, para que cobre fuerza.
El día que deje de creer, dejo de respirar.
A veces aprendo que quizás nada es como lo imaginé. Pero igual tengo que encontrarle el sentido.
El pensamiento sin un acto no significa nada, muere el mismo día que yo.
El pensamiento sin un acto es lo mismo que un deshecho.
No puedo deshacerme de la perturbación, no puedo deshacerme de los pensamientos.
Al menos, que sirvan para algo.
Al miedo lo piso, lo escracho, lo descubro, cuando se presenta vestido de gala y emperifollado. Le saco toda la ropa, y lo dejo a mi merced.
Cuando el miedo desaparece, la acción se hace presente, y me significa.
Si la acción no se hace presente, todo termina en arrepentimiento. Una pila de basura que me crece con el tiempo. Se apila un pensamiento sobre otro hasta que se torna imposible distinguir qué es lo que hace que esa pila sea tan gigante.
Cuando la pila es monumental, es imposible de deshacer.
No tengo que esperar tanto.
Cuando es tarde, no hay excusa que valga.
Un semental de deshechos inservibles. Es la basura de la humanidad, en mis propios pensamientos.
Soy un águila, para ver desde arriba su propia pila de basura. No es solo mía pero eso, justamente eso, es lo que no tiene que importarme. Junto la basura de todos. Soy la basurera oficial.
Me libero de pensamientos que no se convierten en actos, para que ya no tengan peso y no me aplasten el tórax.
Nos libero, porque todavía creo que vale la pena intentarlo.
1 comentario:
Sí, es cierto, vale la pena intentarlo, sobre todo porque es un aprendizaje, como decís.
A toda hora, todos los días, estamos aprendiendo algo, y es mejor si tenemos alguien al lado de quien aprender...
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