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viernes, 18 de noviembre de 2011

Aquí y ahora

Buscando mi alma
ensucio todo mi cuerpo.

Lo pretendo todo.
Aquí y ahora
más que vivir,
todavía más que soñar.

Creer,
lo que sea
inconsciente
tararear
palparme suave,
embrujarme tibia
derretirme
con palabras puras,
livianas, verdaderas.

Pretendo extirparte
mugrienta desilusión.

Quiero sumergir este corazón en lavandina, escuchar un solo latido.

Una vez más, me alcanzó esta madrugada.
Y me encontró.
Sin sed
sin tiempo
sin melodía.
Y me lancé de cabeza desde esta hermosa terraza.

Fue todo una promesa, o fue todo mi imaginación.
Me juraron la existencia palpable de un gran y novedoso resorte (doble y reforzado) al caer. Prometieron la fuerza más solemne que exista al día de hoy, sólo para empujarme de nuevo, sí, a mí, y a lo alto. Me hicieron volver a creer en la vida misma.

Pero allá abajo no hay nada. Ni resortes, ni fuerza, ni calor, ni respiración, ni NADA de vida.
Apenas si percibo algunas palabras bastante aplastadas. Pobres, morirán sin ser dichas. Es que ahora están demasiado desparramadas para sustraerlas de su incoherencia.
Una abrumadora y brillante nadísima, bastante empalagosísima, siniestra, y pacientísima.

Fue un brillante y único sol que asomó, por primera vez, estallando de inocencia.
Fue un oscuro y apagado sol que se murió, poquito a poco.
Fui una fulgurante estrella.
Soy apenas una figura amorfa en el cielo, sin luz y sin sombra.

Viviendo de la oscuridad, amaneciendo sin intenciones, sobreviviendo sin esencia, sin músculos, babosa y destructiva, aunque un poco más fuerte.

Algún día espero poder volver a mirarte sin dolor, y entonces volver a creer.
Convencerme de que hubo un tiempo donde el sol existía, y me alumbraba.

Algún día espero titilar desde cualquier galaxia.

Algún día...aquí y ahora,
sin luz
y sin forma.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Soy

Soy lo que existe.
Soy lo que buscaste.
Soy lo que te aterra, pero te encuentra.
Soy lo que no te animás.
Soy lo que te quita todo coraje.
Soy lo que dice algo, exactamente lo que no esperabas escuchar.
Soy tu verdad, la que elegiste ignorar.
Soy lo que te dio miedo, y no quisiste enfrentar.

Soy tu pasado, que hoy deja de buscarte.
Soy lo que te perdiste vivir, cuando perdiste todas tus agallas.
Soy tu giro a la izquierda, aunque siempre seguiste derecho.

Soy el tiempo que elegiste perder,
y la felicidad que dejaste pudrirse.

Soy el sueño que algún día soñaste,
pero también soy el sueño que otro día abandonaste.

Soy nada.
Soy sólo yo, aquello que algún día olvidaste.

Soy siempre algo, aunque mañana sea otra cosa.

Tiempo de...

Tiempo de moverse?
Y hacia dónde?
Tiempo de destruirse? hasta qué profundidad?

Solo tiempo, para algo.
Para renacer, quizás.
Tiempo para esperar, para ver cómo soy en el tiempo.

Tiempo de sentirme más fuerte sin vos, sin tu carga.
También tiempo de sentir el vacío, pero sin engaños inútiles.

Tiempo de yo.
Tiempo donde la soledad se hace completamente evidente, y corroe.
Tiempo de olvidar a vivir con dolor.
Y también tiempo de levantarme, porque todavía puedo.

Esta vez es única, este tiempo es sólo ahora, hoy.
Este collage sin rastros del tiempo es mi realidad.
Esta noche es otra y vive aún contra el tiempo.
Pero ya no lucha.

Tiempo de caminar hacia donde pueda, y aunque resulte imposible seguir sin mirar atrás.
Tiempo del tiempo.
Pero no puedo esperar todos los tiempos. El tiempo inmóvil me genera angustia.

En este silla, en aquella plaza, y en todas mis noches: me levanto y camino, porque soy el tiempo que se mueve, soy la energía que se desplaza, soy las palabras que se tornan actos, la sinceridad sin tiempo.

Ataque inesperado

Te había olvidado.
Ingenua hasta la idiotez, había creído que ya no formarías nunca más parte de mi vida.

Así fue que un día, debo de haber bajado la guardia. Me despojé.
Te abrí mi alma sin reparos, solo porque me había olvidado tu existencia, y tu única verdad:
apenas si podés camuflarte desprolija, mentira asesina, siempre seguirás siendo igual (o más) maligna.
Desde el preciso momento que alguien te hace nacer, y te usa....
Nunca elegís tu destino, quizás por eso seas tan resentida. Con sólo hacerte nacer te otorgan toda la fuerza.
Siempre lista para gozar, ése, tu mejor momento, el de tu uso.

No puedo culparte...nadie puede hacer caso omiso de su esencia.

Así fue que, más allá de toda ingenua creencia, me hincaste los dientes en el corazón.
Sin haberte esterilizado, me envenenaste, me derrumbaste sin piedad, ausencia tras ausencia, una enorme e inútil pila de sueños.

Mucho tiempo después, por fin te enfrento:
sí, me destrozaste, sí, me cagaste los sueños, sí, dejé que ganaras, pero sólo ésta batalla.

Supongo que ahora debés estar por acá nomás, relojeando mi nuca.
Fuiste toda mentira que esperaba, y un poquito más.
Fuiste tanta mentira como yo.
Sin embargo, hoy diste un paso en falso: abusaste de tu poder,
y te volviste demasiado sorda, ciega,
y entonces demasiado muerta..
Morite....mentira...

Pues bien, creo que ya estamos a mano, te diluyo en un cielo negro sin estrellas
regalo tu presencia al vacío.
Aunque seamos iguales en algo nos oponemos: nunca disfrutaré tu dolor, nunca gozaré tu derrumbe.
Llegó el momento en que puedo mirarte a los ojos y clavarte este puñal
por puro gusto
(no puede matarse a algo que ya está muerto).

Pregunta

Decido mi silencio.
Decido solo escuchar, recibir.
Pero termino escuchando más silencio.

Y entonces me pregunto: ¿porqué no tienen nada para decir los que viven cómodamente en el silencio?

Sin dejar rastros

Hoy abrí todas mis heridas.
Hoy volví a sufrir por cada uno de mis dolores.
Hoy quise destruirme por completo, para comprobar que todavía se podía sentir más dolor.
Hoy decidí dejar de soñar, para sentirme muerta.
Hoy apoyé todo mi peso sobre la tierra seca, para sentir la muerte de alguien más.
Así y todo, no logré morir, ni tampoco cerrar alguna de las heridas abiertas. Apenas pude ver cómo continuaban sangrando.
Y creo que tampoco morí, porque aún sigo sintiendo mucho dolor.

Hoy no tengo ganas de cerrar los ojos, porque no tengo ganas de vivir de un sueño.

Hoy me siento muy sola, y quisiera aprovecharlo.
Hoy quisiera deformarme por completo, y así también olvidarme por completo.
Hoy sólo quiero desaparecer, sin dejar rastros.

miércoles, 20 de abril de 2011

Sangre

Sentí tu respiración sangrante
apenas abrimos este nuevo sendero
que no nos conducirá a ninguna parte.

Jugando

El gran simulador, el que te contamina las arterias.

Conservar la primera impresión, la única que nos mantiene intactos.

Ensuciaste incluso mis pupilas

que te imaginan sonriendo,

y hasta sin malicia.

Traición

No hay traición, donde no hay acuerdos.
Pero igual fallaste.
Por eso ahora soportarás, estoicamente, el peso de mi revancha.

El sabor inmundo de lamer una moneda sucia y manoseadea,
el sonido del silencio,
la ausencia de lo auténtico.

¿Dónde quedó el sueño?

Siento tanto que hayas tenido que cosechar esta maleza,
pero será inevitable que sangres cuando quieras arrancarla.

Lamento decirte que la maleza vuelve a crecer.

Soy tu yuyo.

martes, 22 de marzo de 2011

Un gusto conocerlos

Sólo me pasó estar, sencillamente, caminando.

El caminar implica para mí mucho más que desplazarse en un acto totalmente coordinado y precioso de mi pies, junto a las piernas, con dos brazos acompañantes, y un meneo de cabeza (si es que además, voy escuchando música). Caminar es tanto como transitar.

Tanto se habla de ¨dar el paso¨. Y yo pienso que, sin pensarlo, doy un paso en cada momento que voy de aquí para allá, marcando mi huella, pisando, ocupando un espacio.

Sin embargo, en toda mi individualidad de caminante, pasan grandes acontecimientos. Y así fue como te conocí.

Estabas vos, inmaculado frente a mí, lavando el auto, en ojotas, cuando todavía el sol era naranja. Tenías algunas canas, pero parecías mantener la calma. ¿Porqué habrías de perderla por un par de canas?

También te conocí a vos, y también a vos, perrito. Aún pienso si tu cadena era realmente necesaria.

Y ustedes se interpusieron en mi transitar. Pero igual me dejaron un perfecto espacio en el medio de su charla, para que yo pudiera continuar mi paso a paso.

Cuando nada más podía pasar, cuando la cortina se cierra y la obra llega a su fin, apareciste.

Desde otro plano, hipnótico y secuencial, diferente al de ellos, diferente al mío. Pasaste, me dejaste una estela de energía radioctiva, que duró tanto como lo que te llevó pasar corriendo, justo entre medio de todos nosotros, cuando ya no había espacio para nada más.

Yo solo caminaba, él solo lavaba el auto, ella solo paseaba al perro, y vos solo pasaste corriendo.

Pero por un segundo todos nos conocimos, nos atravesamos, y nos destruimos en ese mismo instante.

Nuestro único momento, el del instante, y el único en el que fui capaz de amarlos.

El más autodestructivo de todos, el más perverso y melancólico.

El maldito instante, junto con ese infernal séquito de segundos que lo acompañan.
Su verdadera fuerza, su más leal ejército.

El placer también fue mío.

lunes, 7 de marzo de 2011

La huella

Un dedo, después el otro.
Y así dejo una huella.

Plácido domingo, entre serpientes y gatos.
En plena búsqueda de un bigote que me ilumine.
Creo que me resigno, porque es tarde para divisar como ayer remontaron barriletes.

Las costumbres son placenteras, aunque hoy quisiera cambiar un poquitito los hábitos.
Decido ser, por este único momento, la única dueña de la felicidad.
No puedo evitar pensar en las almas escépticas como las mías
que sufren cuando saben que no pueden percibir lo simple, lo real,
lo único que les gusta.

Me dejo acariciar, disfruto el infinito placer de lo único, sólo y mío.
El orgasmo mental de lo que nunca se repite,
el momento mágico que pronto y siempre todos olvidan
lo que a mí me alegra saber,
que me volverá a pasar algún día,
siempre que quiera volver a ser yo
la única y exclusiva dueña de la felicidad.